Hace más de mil años que el hombre se instaló en esta tierra. Nos encontramos al este de La Rioja
Alavesa, en las tierras altas de Yécora. Aquí, existió un pequeño poblado, donde los moradores vivían
de lo que la naturaleza les brindaba: Agua, tan importante fuente de vida; Refugio, frente a las
inclemencias del tiempo, y por último, la tierra de cultivo y pastoreo.


El nombre del poblado al que nos referimos es Esquide, que proviene de la palabra Ezki, «Tilo» en
euskera. Un árbol raro de ver en la zona, más típico de zonas frías al norte de la Sierra. Unido al sufijo
-de (lugar de) la traducción literal sería «el lugar de los tilos».


Estamos en una zona de transición de montaña. La orografía es abrupta, con profundos arroyos que
descienden de la sierra y dibujan el paisaje. Con una altitud de más de 700 m.s.n.m. y una distancia de
3km a la Sierra, la climatología es muy cambiante. El poblado de Esquide se asentó en las cercanías de
una fuente, en una pequeña arboleda para protegerse de los fríos vientos del norte.


El nombre del poblado ha visto evolucionar su nombre, de Esquini y Esquibi en documentos de 1257,
Esquidi en 1366 a finalmente Esquide en 1625. Transcrito con la grafía vasca moderna daría lugar a
Ezkide.


Estamos en una zona de gran diversidad cultural y varias son las lenguas que se han utilizado en esta
zona. Según varios historiadores, Rioja Alavesa se pobló con intensidad después del siglo IX, con el
nacimiento del Reino de Pamplona. Es sobre el siglo X, y siglo XI cuando la vida comenzó a surgir en
varias pequeñas aldeas de la zona, entre ellas Esquide. Los pobladores eran en general gentes que
venían de las zonas de Tierra Estella, con frecuencia vascoparlantes que dejaron con su toponimia y
su trabajo un poso que todavía perdura.


Ezki. Tilo ¿o Quejigo?


Si nos detenemos a mirar el paisaje, parece que no existiera ningún tilo por la zona. Nunca lo
sabremos, pero creemos que la palabra esqui, que claramente viene del topónimo Ezki, se referiría
más al Quejigo, un roble típico de la zona que convive con la encina en las partes más resguardadas
del entorno.


Parece que la población se extinguió hacia 1670 por la peste. En aquella época las epidemias, las
hambrunas, y las guerras entre Navarra y Castilla hicieron que la población se debilitara y
desapareciera.


Nosotros queremos homenajear este lugar. A los agricultores que generación tras generación se
asentaron aquí y cultivaron la tierra y vivieron de lo que la naturaleza les brindaba. Agua, cereal,
almedros, olivares y viñas junto con el ganado eran su fuente de vida. Cada uno de nuestros
antepasado contribuyó a dibujar el paisaje tal y como lo conocemos ahora.


Queremos transmitir ese legado en forma de vino, y dejar el mensaje de que estamos en una zona
muy viva, con mucha historia y con un potencial vitivinícola extraordinario.